El huevo: sano, proteico y vitamínico


Estamos ante uno de los alimentos más versátiles desde el punto de vista gastronómico que también es una excelente fuente de vitaminas y proteínas.

Fuente: https://www.alimente.elconfidencial.com/nutricion/2019-04-02/huevo-valor-nutricional-albumina-alergia_1517332/


La yema del huevo es fuente de vitaminas A, B1 y B2. Además, contiene una gran cantidad de hierro. Las proteínas de la clara son principalmente albúminas(65% de las proteínas totales). La alergia a esta proteína y, por tanto, al huevo es la alergia infantil más común y suele desaparecer antes de los 6 años de edad.
Es una fuente de fósforo (25% de la cantidad diaria recomendada) esencial para almacenar y transportar energía en la células.

Valores nutricionales:

Proteínas: 12,5 g

Fibra dietética: 0 g

Carbohidratos: 0 g

Grasas: 11,1 g

Calorías: 150 kcal

Tipos de huevo

Aunque los huevos de gallina pueden tener diferentes tamaños y colores, sus propiedades nutricionales y sabor no varían. Sí lo hacen entre diferentes especies de aves; por ejemplo, los huevos de pato son más grasos y los de codorniz, menos energéticos.


Historia y curiosidades

Podemos obtener toda la información del origen y del tipo de huevo fijándonos en el código que lleva impreso. El primer número corresponde al tipo de cría (0- Producción ecológica, 1- De gallinas camperas, 2- Gallinas criadas en el suelo y 3- Criadas en jaula). Las dos letras siguientes corresponden al país de procedencia y los siguientes dígitos representan la provincia, municipio y granja de producción.
Se estima que la domesticación de los pollos ocurrió hace 9.500 años en el sudeste asiático con el objetivo de tener acceso constante a sus huevos.
El color del huevo depende de la raza de la gallina, pero no afecta a sus cualidades organolépticas o al sabor.

Los huevos vendidos como 'frescos' deben consumirse en un plazo de 28 días desde que la gallina los pone. En el caso de los 'extrafrescos', ese plazo no puede superar los 9 días.
El color naranja de la yema no proviene del beta-caroteno, como en el caso de las zanahorias, sino de una molécula parecida (pero sin tantos beneficios) llamada xantófila, presente en el maíz y la alfalfa con la que se alimenta a las gallinas. Algunos productores, además, vierten en el pienso de las aves pétalos de flores ricos en xantófila para darle una tonalidad más amarilla.

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