Grasas, proteínas y carbohidratos: las funciones de los nutrientes en nuestro organismo
Fuente: https://www.vitonica.com
Grasas, hidratos de carbono, azúcares, lípidos, proteínas... cuando hablamos de nutrición se nos llena la boca con estos conceptos. ¿Pero, realmente sabemos para qué sirven? ¿Entendemos qué función juegan en nuestro cuerpo?
Comprender nuestro funcionamiento y necesidades es básico para mejorar nuestra salud, nuestra alimentación y nuestros hábitos. Hoy vamos a hablar de estos tres conceptos, más y mejor conocidos como macronutrientes.
En otras palabras, macronutrientes
Nuestro cuerpo necesita varios sustratos, materiales de construcción, por decirlo de alguna manera, básicos. Estos nos permiten formar nuevas células, estructurar los tejidos, mantener las señales que existen entre ellos y un sinfín más de funciones.
Conocemos como macronutrientes a las grasas, los glúcidos y las proteínasporque son el sustrato básico y más abundante (junto al agua) de nuestro cuerpo. Además de la estructura, estos también son los encargados de proporcionar energía, sin la que no podríamos vivir.
A diferencia de los micronutrientes, como su nombre indica, necesitamos adquirirlos en grandes cantidades. Pero cuidado, porque un desequilibrio entre ellos es, precisamente, lo que puede ocasionar una enfermedad o una disfunción nutritiva. El equilibrio entre los macronutrientes es esencial y, por suerte, se adquiere con una alimentación adecuada y saludable. Pero, volviendo a la cuestión, ¿para qué sirve cada uno?
¿Para que sirven las grasas?
Las grasas, o más bien los lípidos, engloban muchas de las sustancias básicas de los seres vivos. Su principal función es estructural y energética. Estructural porque ayudan a formar partes esenciales de la célula, son transportadores moleculares y forman parte indivisible del metabolismo. Como decíamos, también son nuestra fuente principal de energía, además de funcionar como almacenamiento.
Cuando se acumula, el tejido graso da cierta resistencia a los impactos y movimientos bruscos, así como a los cambios de temperatura. Energéticamente hablando, permite disponer de un almacén a largo plazo. Si nos sobrepasamos acumulando grasa aparece el sobrepeso y la obesidad.
Si restringimos demasiado el consumo de las grasas tendremos problemas metabólicos serios, hormonales y energéticos. Los primeros síntomas de un déficit de lípidos son la pérdida de funciones fisiológicas, pérdida de peso, pelo y piel más secos... Al final, una falta severa de este macronutriente nos llevará a pérdidas de visión, desmayos, disfunciones de los órganos y podría resultar letal a medio plazo.
Parte de este grupo son, como decíamos, el colesterol, encargado de transportar los lípidos por el cuerpo para que actúen como combustible o como parte de la maquinaria metabólica. También están los triglicéridos, que son el combustible más utilizado por el cuerpo humano. En definitiva, la función de las grasas es estructural y energética. Son esenciales para la vida en más sentidos de los que podemos imaginar.
¿Cuál es la función de las proteínas?
Las proteínas se encuentran entre los macronutrientes más esenciales. Su función es inmensa. En realidad, las proteínas son herramientas hechas a medida para cada tarea. Las hay encargadas de transportar energía, de cambiar estructuras en el cuerpo, de ayudar a las reacciones... El músculo también le debe mucho a las proteínas porque las células musculares contienen una gran cantidad de estas.
La miosina es una proteína fibrosa que forma la naturaleza esencial del músculo. Esta proteína se une en grandes haces que, a su vez, forman haces aún más grandes. El resultado es la conformación fisiológica del músculo, con una capacidad enorme de contracción y estiramiento.
Las proteínas también forman parte de un sinfín de estructuras y rutas metabólicas. En realidad, cuando comemos proteínas, lo que hacemos es adquirir los aminoácidos esenciales que forman las proteínas. Los aminoácidos son las piezas que conforman estas herramientas personalizadas, y las proteínas son la consecuencia de la combinación de 20 de estos, más o menos.
Comer insuficientes proteínas puede provocar falta de energía, malestar, se cae el pelo, debilidad muscular... en los casos más graves puede afectar al correcto funcionamiento del cuerpo, en muchos aspectos. Por suerte, es más fácil que tengamos un problema por exceso que un problema por falta de este macronutriente.
¿Cuál es la función de los carbohidratos?
En primer lugar, hay que aclarar que el término carbohidrato, o hidrato de carbono, no es del todo correcto. La palabra adecuada para denominarlos es glúcidos. También se puede decir azúcares, aunque tampoco es exacta. El error proviene de su estructura y composición química, donde hay moléculas de hidrógeno, oxígeno y carbono.
Pero volviendo a lo importante, hay que saber que las funciones de los glúcidos, como ocurre con el resto de macronutrientes, son muchas. En parte, podríamos decir que son los menos esenciales, sin confundirnos, porque siguen siendo indispensables. Los glúcidos forman parte de las estructuras moleculares básicas.
Probablemente, la función más conocida de los glúcidos sea la energética. Los azúcares en sangre sirven para alimentar todas las células del cuerpo. También sirven para alimentar de forma inmediata a los músculos mediante un proceso menos eficiente que el de las grasas, pero más rápido.
Entre los glúcidos también se encuentran las fibras alimenticias, que son importantísimas para la digestión. Además, los glúcidos también sirven como almacén de energía, especialmente en los músculos, donde se guarda glucógeno. Menos conocida es la función de los glúcidos en la membrana celular, aunque en una menor cantidad. En general, una falta de glúcidos aguda puede llevar a mareos y malestar (como ocurre con la diabetes). Una falta más prolongada puede traer consecuencias graves.
Entre las consecuencias está la cetoacidosis, provocada por un metabolismo menos eficiente, y casi de emergencia (conocido como beta-oxidación de las grasas). Este proceso produce cuerpos cetónicos, peligrosos para el organismo. Y esta es solo una de las consecuencias. Las más graves, como ocurre con el resto de macronutrientes, pueden acabar en problemas metabólicos severos crónicos o incluso en la muerte.
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