Bajo tierra.
Bajo tierra.
Estos auténticos (y sabrosos) tesoros enterrados, te ayudarán a prolongar tu tiempo de vida en la superficie.Los tubérculos se han convertido en alimentos básicos en una dieta sana. Son ricos en almidón, carbohidratos, azúcares, vitamina C y fibra. Algunos son más saludables crudos (al cocerlos pierden parte de sus nutrientes), pero todos son igualmente deliciosos y recomendables. Si te habías olvidado de ellos, inclúyelos en tu dieta a partir de ya.
Por cierto.
Contienen más vitaminas que los que no los son y se ciñen a una estricta normativa que controla la utilización de productos fitosanitarios.
Cómpralos siempre en la verdulería: serán más fresco. En el caso de las patatas, descarta las que tengan zonas verdosas: contienen un alcaloide tóxico llamado solanina.
Para asegurarte de que conservan todos sus nutrientes, cómpralos justo antes de consumirlos. Si vas a tardar unos días, sácalos de su envoltorio y guárdalos en un verdulero situado en un lugar oscuro, fresco y bien ventilado.
2. Cocínalos bien.
Las zanahorias, las patatas y otros tubérculos concentran la mayor parte de sus nutrientes justo debajo de la piel. Por eso los expertos aconsejan rasparlas en lugar de pelarlas. Ten también presente que no deben ponerse en remojo, para evitar que pierdan los nutrientes.
Esta técnica de cocción consigue mantener al máximo la textura y las vitaminas de los alimentos. Distribúyelos en la vaporera con un poquito de agua y no levantes la tapa hasta que la cocción haya terminado. Cuanto más dura sea la pieza que vayas a cocinar, más tiempo necesitarás. Por ejemplo, unas patatas nuevas tiene suficiente con 10 min. a 110ºC.
El secreto es que el agua (mineral, para evitar el exceso de cal), los cubra completamente. En cuanto empiece la ebullición, cuenta unos 20 min. ( hasta que puedas clavar un tenedor fácilmente). Ya tienes la base perfecta para una ensalada de tubérculos variados con aceite de oliva aromatizado y queso Idiazábal.
3. El menú de hoy.
Si decides cocerlos enteros, pínchalos con un tenedor para evitar que se resquebrajen con el calor. Otra opción es cortarlos en rodajas finas para que se hagan más rápido. Si optas por la primera propuesta, ajusta el horno a potencia media y espera unos tres cuartos de hora. Puedes untar los tubérculos con aceite y sal para que queden crujientes. Como alternativa, puedes colocarlos en el horno sobre un lecho de sal, o incluso formar una especie de brochetas utilizando pinchos metálicos.
Las mejores patatas para elaborar un puré son aquellas que se han recogido al final de temporada (Monalisa, Binntje, Pontiac...) porque son más blandas y harinosas. Hiérvelas con piel, pélalas y tritúralas. Añade una cucharadita de sal. Vierte el puré en una cazuela, añádele mantequilla (400g) y remuévelo. Incorpora 2 decilitros de nata liquida y pásalo por el colador. Como toque final, adereza con un toque de nuez moscada.
Pela, limpia y corta las patatas (750 g). haz lo propio con los puerros ( 150 g). Rasca una zanahoria y córtala en laminas muy finas. Funde la mantequilla (1 cucharada sopera) en una cazuela y rehoga las verduras en ella. Cúbrelas con la leche (250 ml) y el caldo de pollo (1 litro) y deja que cueza durante 20 min. Transcurrido este tiempo, retira la cazuela del fuego, deja enfriar la mezcla y pásala por la batidora eléctrica hasta obtener una crema. Añade la nata liquida y salpimienta a tu gusto.
4. Plato único.
Chirivías, zanahorias, remolachas y nabos pueden ser cortados daditos para darle forma a una ensalada perfecta. También puedes laminarlos finamente y freírlos en aceite abundante para obtener "patatas fritas de colores". Si quieres que te queden más crujiente, sumérgelos en agua fría nada más cortarlos.
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